sábado, 28 de noviembre de 2009

Tomado de la pàgina http://psipolicial.blogspot.com/, el 28 Noviembre del 2009.

INTERROGANDO A TESTIGOS: ¿SE PIERDEN PARA SIEMPRE LOS RECUERDOS ORIGINALES?


Consideremos lo siguiente. Un testigo dispone de una información sobre determinado hecho delictivo. En el proceso de prestar declaración puede haber nueva información que se añada a la que ya conoce, ya sea por los medios de comunicación, por comentarios de la policía, etc. ¿Qué ocurre con el recuerdo original?
La investigadora norteamericana Loftus asume que cuando se produce un cambio en la memoria sobre una información que tenemos almacenada, se pierde el recuerdo original para siempre y permanece el nuevo recuerdo modificado. Sin embargo, autores como Bekerian sugieren que el recuerdo original todavía existe, pero que el problema es acceder a él. Hasta el momento, hay varias teorías que tratan de explicar las transformaciones de la memoria.

La teoría de Loftus se denomina hipótesis de alteración. El recuerdo no se puede recuperar porque, simplemente, ya no existe. El original ha sido alterado o transformado en un nuevo recuerdo (a veces, un recuerdo de compromiso) hasta el punto de que se pierde el original para siempre. Loftus argumenta esta teoría en el hecho de que incluso empleado incentivos, hipnosis, etc., se consigue muy poco éxito para recuperar los recuerdos originales.
Si la hipótesis de alteración de Loftus es correcta, ello conlleva serias implicaciones para los investigadores de la policía. El tema es que, si se ha proporcionado a un testigo información adicional sobre un incidente, es probable que su recuerdo original quede contaminado. Será importante para el agente de policía establecer si el testigo ha comentado el incidente con otras personas o si ha visto algún informe sobre el caso en la TV, etc. El policía también debe ser consciente de que su propia manera de preguntar puede, en sí misma, contaminar el recuerdo original.

Una teoría alternativa es la denominada hipótesis de coexistencia. Como su nombre indica, la teoría sugiere que, tanto el recuerdo original como el modificado coexisten en el sistema de memoria y ambos pueden recuperarse. Los defensores de esta teoría señalan el hecho de que a veces es posible recuperar algunas partes del recuerdo original, incluso tras haber presentado información engañosa. Sugieren también que el fracaso en la recuperación puede ser temporal. El problema aquí puede ser que es más fácil acceder a los recuerdos recientes que a los distantes. Esto es similar al llamado “Efecto Reciente”. Esta teoría de la coexistencia es más optimista en lo que se refiere a la recuperación de los recuerdos originales. Implica que los agentes de policía, al entrevistar a un testigo, deben intentar persuadirle para que regrese mentalmente a la escena del crimen, en lugar de que sólo intente recordar todo lo que pueda del incidente.
Una forma específica de la teoría de la coexistencia es la teoría del encabezamiento de registros. Esta teoría sugiere que la información se presenta en unidades de memoria llamadas “Registros” y que cada unidad está encabezada por una clave de acceso o “Encabezamiento”. Los encabezamientos permiten la recuperación de un recuerdo al describir la información contenida en el registro.

Cuando busca un recuerdo concreto, la persona intenta emparejar la descripción de un registro con un encabezamiento apropiado. El efecto de desinformación ocurrirá cuando el registro encabezado de la información original es menos accesible que el registro encabezado de la información engañosa. En otras palabras, la persona puede tener dos recuerdos diferentes, uno de los cuales es más reciente “y más cerca de la superficie” o que destaca más. Ya que la persona no puede distinguir entre el encabezamiento del registro original o de la información engañosa, comete el error de recuperar la información más reciente de los sucesos. Este punto de vista sugiere que el policía podrá recuperar con mayor probabilidad el recuerdo original si es cuidadoso y específico en sus preguntas al testigo.

Otra explicación que se ha propuesto tiene que ver con la atribución de la fuente. Esta teoría sugiere que la información engañosa engaña al sujeto porque se crea una confusión en relación a la fuente de información. De acuerdo con esta teoría el efecto de desinformación ocurre porque el sujeto confunde la fuente de la información original y la de la información engañosa. Así, la fuente de la información engañosa se atribuye (de forma incorrecta) al suceso del que se ha sido testigo originalmente. De acuerdo con este punto de vista, un testigo que escucha a otro testigo lo que le dijo el conductor de un coche, puede después creer que su recuerdo se basa en haber escuchado la conversación de primera mano (no de segunda).

Al igual que con la teoría del encabezamiento de registros, la teoría de la atribución de la fuente puede explicar por qué es más probable que las personas recuerden la desinformación en lugar de la información original. Ya que la primera destaca más en la memoria, se supone que forma parte del evento original de que se ha sido testigo. Los seguidores de esta teoría han intentado abordar el problema de la desinformación adoptando un enfoque de monitoreo de la fuente. Se anima a las personas a pensar y monitorizar la fuente de cualquier información que recuerden. Los resultados de estos estudios son mixtos, pero parecen demostrar que incluso cuando se instruye a las personas a monitorizar cuidadosamente la fuente de la información, todavía son vulnerables a la información engañosa. El problema suele ser que las personas no siempre pueden recordar correctamente la fuente de información para cada trozo de recuerdo.
Algunos de los problemas asociados a la Atribución de la Fuente podrían evitarse si quienes tienen la tarea de entrevistar a los testigos, como mínimo, están al tanto de este fenómeno. Puede tener algún efecto instruir al testigo para que piense cuidadosamente en la fuente de sus recuerdos “originales.” También puede ayudar, no sólo preguntar al testigo, sino también a otras fuentes de información a las que haya podido estar expuesto para identificar a aquellos que es más probable que experimenten dificultades con la Atribución de la Fuente.

viernes, 20 de noviembre de 2009

REFLEXIONES

Dar un concepto Forense en delitos sexuales es una labor delicada, para ello se deben crear varias hipotesis que deben ser corroboradas con la informaciòn que se allegue y con lo observado en la misma valoraciòn. Puede surgir que la persona este diciendo sucesos que estàn acompasados de una realidad procesal, es decir tiempos, espacios, sentimientos, emociones, evaluaciones mèdicas, testigos, tipos de vinculos entre victima y victimario, etc., ayudan de soporte para dar un concepto de logica y coherencia en lo que la victima ha dicho, esta serìa la primera hipotesis. La segunda serìa que la victima ha sido inducida conciente o inconcientemente a dar relatos en aras de perjudicar a alguien o por errores de percepciòn de un adulto (valga decir se ingresa a un salòn y alguien ve algo que interpreta como un posible abuso) o proyecciones de un adulto abusado (por ejemplo una madre que viviò situaciones de abuso en su infancia, es posible que en la vida adulta estos temores surjan y desee proteger a sus hijos para que ellos no vivan lo que ella le sucediò, volvièndose asi aprehensiva e hipervigilante con lo que le sucede a los hijos). La tercera es que la victima presenta una alteraciones mental psiquica relevante (retardo mental moderado, grave, enfermedad mental) que no le permita discernir entre la verdad y la mentira y exprese hechos sin un adecuado sustento. La ùltima es que la victima delibedaramente quiere generar un daño hacia la otra persona. En los dos siguientes articulos se hacen aproximaciones a estas hipotesis y se presenta un artìculo que concierne a los falsos recuerdos. Si bien esta presentaciòn no aboga porque quien cometiò un delito quede exonerado, si llama a una reflexiòn que se debe investigar con calidad y profundidad cuando una persona es acusada de estos hechos por las altas implicaciones morales, judiciales, sociales, econòmicas tiene para el demandado, para la victima y para la misma sociedad.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Sindrome alienacion parental-la madre maliciosa

Fuente:
Cantón Duarte, J., Cortés Arboleda, M.R. y Justicia Díaz, M.D. (2000):
Conflictos matrimoniales, divorcio y desarrollo de los hijos. Madrid, Pirámide.

1) En la interferencia grave
2) El síndrome de alienación parental
3) El síndrome de la madre maliciosa

Resumen de las interferencias en las visitas del progenitor custodio:

Las afirmaciones negativas del niño sobre la calidad de la visita al progenitor sin la custodia justo antes o después de la misma se deben valorar con mucha cautela. El hijo puede estar actuando bajo la influencia del progenitor con el que convive, intentando agradarle. También es posible que, en respuesta a los conflictos entre sus padres, el menor presente un elevado nivel de sintomatología durante la visita, de manera que utilice la ira para conseguir que los padres se comuniquen. Otro problema difícil de resolver es el que surge cuando el progenitor sin la custodia se niega, total o parcialmente, al cumplimiento de las visitas. El establecimiento de una nueva relación o un nuevo matrimonio también puede suponer dificultades para el sistema de visitas, pudiendo provocar una resistencia al mismo por parte de cualquier miembro del grupo familiar.
Sin embargo el problema más importante por la frecuencia con la que se produce y por sus graves consecuencias para la necesaria relación del niño con el progenitor sin la custodia, es el de las interferencias en las visitas por parte del progenitor que tiene la custodia. Los expertos coinciden en que el ideal de un sistema de visitas libres no se corresponde en absoluto con la práctica en la actualidad. Los resultados de los estudios han confirmado la magnitud del problema. Por ejemplo Arditti encontró que alrededor del 50% de los divorciados informaron que sus ex esposas interferían en las visitas. Un 40% de las madres a cargo de la custodia admitió utilizar la interferencia como una forma de castigar a su ex cónyuge.
Como señala Turkat antes de discutir los tipos específicos de interferencia, conviene aclarar lo que sería una conducta de "no interferencia". En este caso el niño no siente la pérdida de ninguno de sus padres, ya que el progenitor con el que convive anima al hijo y al padre a que se relacionen con frecuencia y se involucren mutuamente en sus vidas. La situación de no interferencia suele acompañar a un régimen de custodia que funcionalmente conlleva la toma de decisiones conjunta de los padres a favor de los hijos. Los niños suelen visitar con frecuencia al padre, lo llaman por teléfono cuando quieren o lo necesitan y disfrutan de los beneficios de la implicación de los padres en la escuela, en actividades extracurriculares, religiosas y de cualquier otro tipo.
En la literatura clínica y legal se suele distinguir entre tres tipos de situaciones relacionadas con la interferencia en el régimen de visitas: interferencia grave, el síndrome de alienación parental y el síndrome de la madre maliciosa.

1) En la interferencia grave
el progenitor con la custodia adopta una conducta de interferencia, pero sin un plan sistemático para romper la relación entre el niño y el progenitor sin la custodia.
De manera intermitente o transitoria la madre le niega las visitas, bien directamente (informando al padre sobre sus intenciones) o mediante la utilización de estrategias pasivas (por ejemplo, procurando que cuando el padre vaya a recoger al niño no se encuentre nadie en casa).
Las causas de este tipo de interferencia suelen ser el enfado con el ex cónyuge por alguna cuestión (por ejemplo el impago de la manutención infantil), los malos consejos de algún amigo, etc.

2) El síndrome de alienación parental,
consiste en el empeño del progenitor a cargo de la custodia por indisponer al menor en contra del otro progenitor, de manera que el hijo llega a desarrollar una actitud de crítica injustificada y de aborrecimiento del padre.
Le enseña a percibir injustificadamente una serie de cualidades negativas del otro, causando de esta manera graves perjuicios a la relación del niño con el progenitor no residente. Según Gadner son cuatro los principales factores que contribuyen al desarrollo de este síndrome.
En primer lugar, el lavado de cerebro consistente en la programación consciente del niño contra el otro progenitor. Por ejemplo, acusándole injustamente de haberlos abandonado o de irse con otra mujer, describirlo como alcohólico o realizando comentarios sarcásticos ("por fin hoy tu maravilloso padre va a venir y se va a gastar algún dinero en ti").
El segundo factor lo constituyen intentos más sutiles, e inconscientes de programar al menor en contra del progenitor que no tiene la custodia. La madre realiza al hijo comentarios del tipo "Te podría contar cosas de tu padre que te pondrían los pelos de punta, pero afortunadamente no soy de esa clase de personas que critica a un padre delante de sus hijos". También puede actuar de una forma aparentemente "neutral", advirtiendo a los niños que la decisión de visitar o no al padre les corresponde totalmente a ellos. Esta estrategia aumenta la indisposición de los niños contra el padre, desanimándolos al mantenimiento de interacciones y visitas. Otra estrategia a la que también suelen recurrir es hacer que los hijos se sientan culpables por desear mantener contactos con el otro progenitor. Así el niño puede sentirse culpable por "dejar sola a su pobre madre".
En tercer lugar, habría que tener en cuenta los factores internos del propio niño. Normalmente, el vínculo psicológico que mantenía antes del divorcio con el progenitor residente era más fuerte que el mantenido con el no residente. Por consiguiente, ante el temor de que el progenitor custodio lo abandone, el niño tendrá que aliarse con la madre.
Finalmente, factores situacionales también pueden contribuir al desarrollo del síndrome. Por ejemplo, si un niño observa que su hermano es castigado por expresar sentimientos positivos hacia el padre, aprenderá a no expresar esos sentimientos abiertamente.
En definitiva, en el síndrome de alienación parental tanto el progenitor con la custodia como el menor comparten unas mismas creencias y conductas en contra del otro. En tales casos se produce una interferencia crónica de las visitas al haber sido aleccionado el menor para que se oponga totalmente a mantener contactos con el otro progenitor.

3) El síndrome de la madre maliciosa cumple cuatro criterios principales (Turkat);
la madre intenta injustificadamente castigar a su ex marido, interfiere en el régimen de visitas y acceso del padre a los niños, se produce un patrón estable de actos maliciosos contra el padre y, finalmente, el desorden no se debe a otro trastorno mental, aunque se pueda presentar simultáneamente.
El primer criterio (castigo injustificado del ex cónyuge) se puede producir indisponiendo a los menores en contra del otro progenitor, implicando a otras personas en sus actos maliciosos y/o a través de un interminable proceso judicial.
Turkat cita como ejemplos de estrategias empleadas por estas madres para indisponer al hijo contra el padre el mentir al niño diciéndole que están en la miseria porque el padre ha malgastado el dinero o incluso forzarle a acudir a un comedor de beneficencia.
El objetivo del alienador es privar al progenitor que no tiene la custodia no sólo de pasar tiempo con sus hijos, sino de su etapa infantil.
La manipulación o implicación de otras personas en los actos maliciosos contra el ex cónyuge puede llegar hasta el extremo de mentir a un terapeuta y conseguir que testifique a su favor o manipular a otros para que le envíen cartas anónimas al ex marido.
El tercer componente del castigo al ex cónyuge es el recurso al litigio judicial como forma de garantizar un continuo enfrentamiento siendo frecuente, por ejemplo, que la madre presente denuncias por amenazas, malos tratos o incluso de paternidad.
El segundo criterio para establecer la presencia del síndrome de la madre maliciosa son los intentos específicos para negar a los hijos las visitas regulares e ininterrumpidas del padre (por ejemplo, no estando en casa cuando llega para recogerlos o planificando otras actividades que coincidan con el horario de visitas), no permitir el acceso telefónico (por ejemplo, diciendo que los niños no están en casa cuando los llama el padre) e impedir la participación del ex cónyuge en la vida escolar y actividades extracurriculares de los hijos (por ejemplo, proporcionando falsa información sobre los horarios de las actividades).
El tercer criterio incluye un patrón de actos maliciosos hacia el ex cónyuge consistente en mentir a los niños (por ejemplo, contándoles que el padre no es realmente su padre, que no paga la manutención o que la maltrataba cuando estaban juntos), mentir a otras personas (por ejemplo, desprestigiando al ex marido ante sus compañeros de trabajo o incluso llegando a realizar falsas denuncias de abuso sexual) y violar la ley (por ejemplo, causando daños en la vivienda o propiedades del ex cónyuge o sustrayendo documentos importantes).
Nuestra intervención ante un Régimen de Visitas conflictivo suele surgir tras un escrito del progenitor visitante por incumplimiento del Régimen de Visitas establecido en Sentencia, o tras el escrito del progenitor custodio que solicita la restricción o suspensión del Régimen de Visitas, por la negativa del menor a irse con la otra parte, o por las derivaciones negativas que están teniendo estos contactos para el menor.

acerca de los falsos recuerdos

Tomado julio 20/2009 de:

http://www.ideal.es/jaen/20080820/sociedad/victimas-divan-20080820.html


El día de su 44 cumpleaños, un tío recordó a Elizabeth Loftus uno de los episodios más dramáticos de su vida: cómo a los 14 años encontró a su madre ahogada en una piscina. Ella no se acordaba de nada, pero los detalles afloraron durante los días siguientes hasta angustiarla. Loftus es psicóloga. Sabe cómo funciona la memoria: es una de las mayores expertas mundiales en la materia. Sus investigaciones han revelado que recordar algo no significa que haya sucedido, que la memoria puede manipularse hasta extremos increíbles, como ocurre en 'Blade runner' (1982) y 'Desafío total' (1990).

Hay quienes, entre nosotros, están convencidos de haber tenido vidas anteriores, haber sido secuestrados por extraterrestres y haber participado en rituales satánicos. ¿Qué pasa cuando no hay más prueba de un hecho traumático que el recuerdo sacado del olvido por un terapeuta? ¿Tener memoria de algo demuestra que pasó? No. Y creer lo contrario puede tener dramáticas consecuencias. «El mayor de los escándalos de la psiquiatría norteamericana del siglo XX es la creciente manía de miles de terapeutas ineptos, consejeros familiares y trabajadores sociales de provocar falsos recuerdos de abusos sexuales infantiles», sentenciaba en 1994 el divulgador científico Martin Gardner.

Cientos de familias se rompieron en Estados Unidos y Canadá, en los años 80 y 90, tras convencer terapeutas y psiquiatras a muchos pacientes de que de niños habían sufrido abusos y reprimido los recuerdos, a modo de autoprotección. No existían más pruebas que los testimonios de unas víctimas que habían empezado a revivir sus dramas bajo hipnosis, los efectos del suero de la verdad y otras cuestionables técnicas de sugestión. Hubo casos que llegaron a los tribunales y se zanjaron con largas condenas de cárcel para unos padres o educadores hasta entonces modélicos. Se convirtieron en villanos de la noche a la mañana y, aunque al principio negaron las acusaciones, al final muchos acabaron por admitir la culpa.

Científicos como Loftus han probado, sin embargo, que la recuperación de recuerdos perdidos es poco fiable, que recreamos el pasado cada vez que lo revivimos, añadiendo nuevos detalles. «Los participantes (en un experimento) vieron un accidente de automóvil en un cruce con una señal de 'stop'. Después, se sugirió a la mitad de ellos que se trataba de un 'ceda el paso'. Cuando más tarde les preguntamos qué señal de tráfico había en la intersección, aquéllos que habían sido sugestionados tendieron a decir que un 'ceda el paso'. Los que no recibieron información falsa fueron mucho más precisos en su recuerdo de la señal», explica la psicóloga.

Stephen Lindsay, de la Universidad de Victoria (Canadá), probó hace seis años que verse en una escena lleva a muchas personas a pensar que la han vivido. En un experimento, se enseñaron a veinte individuos fotos de su niñez procedentes del álbum familiar y una manipulada digitalmente con el protagonista montado en un globo aerostático, algo que nunca había pasado. Al ver la foto trucada, la mitad de los sujetos recordó la vivencia inventada. A finales del año pasado, un grupo de psicólogos liderado por Loftus demostró que fotos de sucesos históricos retocadas pueden alterar nuestro recuerdo de esos hechos: sólo con incluir un encapuchado y un antidisturbios en una imagen de una manifestación pacífica de la que tuvimos noticia en su día, se convierte en nuestra memoria en una protesta violenta y con heridos.

A diferencia de las abducciones, los abusos sexuales en la infancia son reales. El debate científico se centra en si bastan las rememoraciones obtenidas mediante hipnosis y otras técnicas de sugestión para condenar a alguien, como ha pasado en EE UU. ¿Por qué? Porque, como demuestran las pruebas de laboratorio, los recuerdos pueden tergiversarse. «La información errónea puede invadir nuestra memoria cuando hablamos con otros, somos interrogados o leemos o vemos en los medios información sobre algo que hemos experimentado», indica Loftus. Así se explica que haya quien recuerde, en la consulta del terapeuta, haber sido víctima de abusos y sufrido abortos a pesar de que un examen médico demuestra que es virgen, y que inocentes acaben confesando crímenes que nunca cometieron.

El suceso protagonista de los recuerdos del paciente depende de las inclinaciones del hipnólogo: los ufólogos tienden a descubrir abducciones; los parapsicólogos, experiencias de vidas pasadas; los clérigos, rituales satánicos; algunos psiquiatras y terapeutas, abusos sexuales infantiles... Es lo que cada uno de ellos busca y hacia lo que dirige sus tendenciosas preguntas. «La hipnosis es una mala herramienta para averiguar la verdad porque es un estado en el que uno es especialmente sugestionable y puede dar lugar a confusiones y a la creación de falsos recuerdos», asegura Susan Clancy, psicóloga de la Universidad de Harvard y autora del libro 'Abducted. How people come to believe they were kidnapped by aliens' (Abducidos. Cómo llega la gente a creer que ha sido secuestrada por alienígenas. 2005).

Tras su 44 cumpleaños, Elizabeth Loftus recordó traumáticamente el hallazgo, cuando era una niña, de su madre muerta. Rememoró el descubrimiento del cuerpo flotando boca abajo en la piscina, el coche patrulla con sus luces, la camilla con el cadáver cubierto por una sábana blanca... Hasta que días después su hermano la sacó del error: su tío se había confundido; ella no había encontrado a su madre muerta. Un comentario inocente de un pariente había bastado para convencer a la psicóloga estudiosa de la memoria de que había vivido una experiencia que en realidad nunca vivió. «La idea más horripilante es que aquello que creemos con todo nuestro corazón no es necesariamente la verdad», advierte Loftus.