viernes, 29 de enero de 2010

LOS PERITAJES FORENSES Y LA IMPORTANCIA DE LOS FACTORES CULTURALES – ENTREVISTA A JOSÉ J. LACALLE, EXPERTO EN PSICOLOGÍA FORENSE INTERCULTURAL
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ISSN 1886-1385 © INFOCOP ONLINE


ENTREVISTA

En primer lugar, me gustaría agradecerle en nombre de todo el equipo deInfocop e Infocop Online que nos haya concedido esta entrevista. Su increíble trayectoria profesional podría resumirse a grandes rasgos como un español en EEUU que se especializa en Psicología jurídica intercultural, en concreto, en los casos relacionados con la población hispana. ¿Qué es lo que le llevó a interesarse específicamente en este campo?

En 1972, cuando estaba trabajando como psicólogo clínico en una unidad del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de California, me encomendaron la función de realizar evaluaciones forenses de criminales hispanos con trastornos mentales. Después de proporcionarme el entrenamiento adecuado, trabajé varios años en ese departamento hasta que decidí abrir mi propia Clínica de Salud Mental para Hispanos con la colaboración de mi esposa Trula, también psicóloga clínica, americana pero bilingüe. Tal y como me decían los abogados y tribunales que solicitaban mis servicios, en aquellos tiempos, era el único psicólogo intercultural hispano que hacía peritajes forenses en California, y uno de los pocos que había en los Estados Unidos. Así que tuve que aprender más (rápidamente) para responder a la creciente demanda, primero en California, y poco después en todo el país, en casos, tanto con responsabilidad penal como civil, en que los hispanos se veían envueltos.

Como experto en el área, ¿cuáles serían los principales factores psicosociales de vulnerabilidad que podrían implicar un mayor riesgo para la salud mental de la población hispana en EEUU?

En primer lugar, el mero hecho de ser emigrante hispano en un país anglosajón implica dificultades de adaptación. En este sentido, si no se tiene capacidad de asimilación, el aislamiento social resultante puede llevar a la depresión. Por otro lado, la discriminación racial y la xenofobia pueden hacer la vida más difícil, requiriendo mucha confianza y seguridad en uno mismo para minimizar su impacto. No obstante, el riesgo principal es la soledad; si no lo creen, vayan a cualquier ciudad americana después de la 7 de la tarde, no verán a nadie. Claro que esto se está solucionando poco a poco, puesto que ahora, que ya hay 50 millones de hispanos en EEUU, comienzan a notarse ciertos cambios en la sociedad.

En los últimos años, se ha interesado especialmente por las creencias religiosas, tradicionales y supersticiosas (santería, curandería, etc.) de la población hispana en EEUU. A su juicio, ¿cuáles son las principales conclusiones?

A nivel filosófico, dichas creencias demostrarían la existencia de una necesidad casi universal del ser humano de crear una mitología que lo salve de los problemas cotidianos y escatológicos.

Desde la óptica de la Psicología forense, la necesidad de conocer las creencias religiosas de nuestros clientes viene determinada por su posible influencia en su comportamiento social y legal. Por ejemplo, ¿cómo influyen tales creencias en un caso en el que el hijo de un Palero Mayor (gran sacerdote de la Palería, secta ocultista Caribeña) mata a un cajero de un supermercado delante de docenas de testigos que lo conocen personalmente, siguiendo los dictámenes de su "espíritu" que lo hace invisible? Este y otros casos, los comentaré con mayor detalle el próximo mes de noviembre en Granada.

Tradiciones, como el deber de sangre y supersticiones como la muñequita vudú, pueden afectar decisivamente a la voluntariedad de ciertas actividades humanas de naturaleza criminal. Un peritaje psicológico adecuado puede ilustrar o incluso explicar la psicodinámica de un crimen cometido bajo esas influencias.

Tras su larga experiencia como psicólogo forense intercultural, ¿qué aspectos de carácter psicosocial influyen con mayor frecuencia en los delitos y crímenes en los que ha trabajado?

¿Considera que este colectivo presenta problemas de discriminación a nivel judicial? En ese caso, ¿cuáles serían los principales prejuicios a los que esta población puede enfrentarse en un juicio? ¿Y en el trabajo?

En relación a esta pregunta, me referiré únicamente al colectivo hispano en Norteamérica, no al español (no desearía enemigos gratuitamente). El hispano en EEUU suele ser un emigrante o un hijo de emigrantes, perteneciente, de momento, a una etnia minoritaria. La población mayoritaria lo percibe como un peligro para su cultura, a su propiedad y a su estilo de vida. El hispano es, con cierta frecuencia, un blanco fácil de sospechas, quejas y acusaciones.

El sistema judicial y, quizá con mayor frecuencia, los sectores policiales no son inmunes al factor racial. El hispano, incluso el ciudadano hispano, tiene mayor probabilidad de un encuentro desagradable con la policía o con una sentencia adversa en la Audiencia que el ciudadano anglosajón. Sin embargo, es cierto que esta situación ha mejorado inmensamente en mi casi medio siglo de residencia en EEUU. La explosión de pluralidad de etnias en este país, así como el avance en el nivel educativo, profesional y económico de la comunidad hispana en las últimas décadas está influyendo enorme y positivamente en la creciente integración del hispano en los diferentes sectores de la sociedad americana, incluyendo el laboral, político e incluso el judicial. Prueba del cambio es que, probablemente, este verano seremos testigos del nombramiento del primer miembro hispano de la Corte Suprema de los EEUU.

En cuanto al mundo laboral, y admitiendo que aún existen prejuicios y discriminaciones, he sido testigo a lo largo de todo este tiempo del progreso laboral de los hispanos. Aunque el estereotipo del trabajador hispano como campesino o trabajador manual sin especialización aún existe (debido sobre todo a los millones de hispanos ilegales que aún siguen llegando a este país), la realidad es que hay hispanos en todos los niveles de la sociedad americana, incluso en la lista de Forbes 500.

Los tests psicológicos son un instrumento fundamental en los peritajes forenses. En su calidad de experto, ¿cómo influye el hecho de que la mayoría de estos tests hayan sido validados en muestras de españoles cuando se utilizan en la realización de valoraciones psicológicas a inmigrantes?

Estoy de acuerdo que los tests psicológicos son un instrumento "importante", pero no necesariamente fundamental. Considerando la poca calidad de algunos de esos instrumentos, a veces es mejor no usarlos. Varios de los tests usados comúnmente tanto en Psicologia clínica como en forense, tienen poca validez, definida como la capacidad de medir lo que el test se supone que mide. El problema se agudiza cuando incluso los tests más "famosos" carecen de adecuados baremos para la población específica a la que se aplica el instrumento. Tradicionalmente, la población hispana ha sido la gran olvidada en la adaptación y estandarización de los diferentes tests psicológicos y forenses. No obstante, ha sido en la última década cuando, debido a la explosión del uso de estos tests en poblaciones hispanas y, por tanto, debido a una motivación económica por parte de las compañías propietarias de los derechos de autor de esos tests (me refiero a tests tan importantes como el Test de Millon o el MMPI), se han comenzado a adaptar y baremar versiones para la población hispanoamericana, mas allá de las meras traducciones de antaño (perfectamente inválidas).

Por ejemplo, el WAIS III ha sido estandarizado en la población española, pero ¿qué pasa con las demás culturas hispanas? ¿Quién se ha preocupado de baremar y estandarizar los tests psicológico-forenses en la muy diversa población subsahariana? O, ¿qué valor tiene un MMPI estandarizado con una muestra de estudiantes de la Universidad Autónoma de México que se utiliza para evaluar a una india Maya acusada?

El próximo mes de Noviembre acudirá a Granada al V Congreso Nacional de Psicología jurídica y forense, ¿podría adelantarnos cuáles son los principales temas con los que va a participar?

Se me ha concedido el honor de abrir el programa científico del V Congreso Nacional de Psicología Jurídica y Forense con una conferencia titulada "Importancia de los Factores Culturales en los Peritajes Forenses". No podían haberme sugerido un tema más querido para mí, ya que mi larga carrera de perito forense en los Estados Unidos se ha construido alrededor de este tema: cientos de peritajes en acusaciones tanto a nivel penal como civil, así como cientos de testimonios periciales verbales en California y en varios estados del país. En todos ellos, el factor cultural fue la razón principal para contratarme y también la base fundamental de la decisión judicial del caso.

No voy a descubrir el pastel antes de tiempo, pero sí indicaré que en la conferencia demostraré, con la ayuda de citas de casos reales, la afirmación que acabo de hacer sobre la importancia del factor cultural en la Psicología forense. En mis años jóvenes en España, la sociedad española, al menos en mi tierra, Navarra, era muy homogénea. En mi reciente visita a Pamplona, me sorprendió la rapidez con que esta ciudad se está volviendo multiétnica y multilingüe. Mi experiencia americana ciertamente se va a poder aplicar a la situación actual de la administración de la Justicia en España.

Para finalizar, ¿le gustaría añadir algo más?

No me gustaría que mis comentarios sonaran demasiado negativos. La Psicología jurídica y forense ha avanzado a pasos de gigante en España, así como en muchas de las naciones hispanoamericanas, en los últimos diez años. Me considero un privilegiado por haber podido contribuir a este progreso personalmente, con conferencias, congresos y talleres en España e Hispanoamérica durante la última década.

Si quieren ver lo que un psicólogo forense hispano puede hacer en la actualidad y, probablemente, en los próximos diez años en España, visiten mi página Web (www.lacalle.com) y vean lo que otro psicólogo forense hispano ha hecho en los últimos 40 años en Norteamérica. La ventaja es que, así, se pueden evitar los errores que cometimos, aunque éso quizás sea


LOS FARMACOS EL EFECTO PLACEBO Y LA DEPRESION

UN NUEVO ESTUDIO VUELVE A CUESTIONAR LA EFICACIA DE LOS FÁRMACOS ANTIDEPRESIVOS FRENTE AL PLACEBO
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La evidencia empírica, una vez más, vuelve a poner en tela de juicio la utilización de fármacos antidepresivos como tratamiento de primera elección para la depresión, al menos en lo que respecta a su uso de manera indiscriminada independientemente del nivel de gravedad del episodio depresivo, según se pone de manifiesto en un reciente meta-análisis, "Antidepressant drug effects and depression severity. A patient-level meta-analysis", realizado por el equipo de Jay C. Fournier (2010) de la Universidad de Pennsylvania (EEUU) y publicado en el Journal of the American Medical Association –JAMA-.

Tal y como viene informando puntualmente Infocop Online, a pesar de la evidencia científica y las recomendaciones realizadas por importantes informes fundamentados empíricamente como el del National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE), los fármacos antidepresivos continúan siendo el tratamiento estándar para el trastorno depresivo mayor. Así, por ejemplo, el consumo de antidepresivos en España supone un coste medio de unos 745 millones de euros anuales.

En este sentido, Fournier et al. se plantearon la necesidad de realizar un nuevo meta-análisis con el objetivo de contrastar la eficacia de los antidepresivos frente al placebo con relación a los diferentes niveles de gravedad de la sintomatología depresiva (sintomatología subclínica, trastorno depresivo mayor ligero, moderado, grave y severo o muy grave). Los resultados considerados en su conjunto evidenciaron una vez más que el placebo (es decir, la ausencia de tratamiento) es igual de eficaz que el tratamiento farmacológico en la reducción de la sintomatología depresiva.

Posteriormente, los autores del estudio realizaron un análisis más exhaustivo, dividiendo la muestra en tres grupos en función de la puntuación obtenida en la Escala de Depresión de Hamilton (HDRS): depresión leve-moderada, grave y muy grave. En este segundo análisis se evidenció que únicamente cuando la sintomatología depresiva era muy grave la utilización de antidepresivos era más beneficiosa que el placebo, con relación a los criterios de cambio clínicamente significativo que marca el NICE.

En consecuencia, y en coherencia a las conclusiones de otros meta-análisis como el realizado por el equipo de Kirsch (2008) o el de Khan (2002), puede afirmarse que, en comparación con el placebo, la eficacia de los fármacos antidepresivos es prácticamente inexistente en los casos de depresión ligera, moderada e incluso grave, mientras que sólo en los casos de depresión muy grave el beneficio de los fármacos es claramente superior a la ausencia de tratamiento.

De este modo, podría decirse que, al menos en las sociedades occidentales, existe un patrón de consumo de antidepresivos abusivo e indiscriminado, a pesar de que ya son numerosos los estudios que han evidenciado que otros tratamientos alternativos, como la intervención psicológica basada en la terapia cognitiva de Beck para la depresión, no sólo son eficaces para la reducción de la sintomatología depresiva, sino que presentan otras ventajas adicionales frente al tratamiento farmacológico, como son el mantenimiento en el tiempo de los cambios terapéuticos, la disminución de la probabilidad de recaídas futuras, así como la ausencia de efectos secundarios (DeRubeis et al., 2005, Hollon et al., 2005). La implementación de tratamientos psicológicos para los pacientes con depresión supondría, además, un importante ahorro económico en relación al gasto farmacéutico que genera el uso de antidepresivos.

Por todo ello, la OMS recomienda la combinación de tratamiento farmacológico y psicológico para la depresión; e, incluso, otros prestigiosos institutos como el NICE, que marca las directrices para las políticas de salud del Reino Unido, indica que la intervención psicológica fundamentada en técnicas cognitivo-conductuales ha de ser el tratamiento de primera elección para el trastorno depresivo leve y moderado. Igualmente, para los casos más severos, se recomienda la combinación de fármacos antidepresivos y tratamiento cognitivo-conductual.

El artículo original puede consultarse en la revista Journal of the American Medical Association: