ENTREVISTA

En primer lugar, me gustaría agradecerle en nombre de todo el equipo deInfocop e Infocop Online que nos haya concedido esta entrevista. Su increíble trayectoria profesional podría resumirse a grandes rasgos como un español en EEUU que se especializa en Psicología jurídica intercultural, en concreto, en los casos relacionados con la población hispana. ¿Qué es lo que le llevó a interesarse específicamente en este campo?

En 1972, cuando estaba trabajando como psicólogo clínico en una unidad del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de California, me encomendaron la función de realizar evaluaciones forenses de criminales hispanos con trastornos mentales. Después de proporcionarme el entrenamiento adecuado, trabajé varios años en ese departamento hasta que decidí abrir mi propia Clínica de Salud Mental para Hispanos con la colaboración de mi esposa Trula, también psicóloga clínica, americana pero bilingüe. Tal y como me decían los abogados y tribunales que solicitaban mis servicios, en aquellos tiempos, era el único psicólogo intercultural hispano que hacía peritajes forenses en California, y uno de los pocos que había en los Estados Unidos. Así que tuve que aprender más (rápidamente) para responder a la creciente demanda, primero en California, y poco después en todo el país, en casos, tanto con responsabilidad penal como civil, en que los hispanos se veían envueltos.

Como experto en el área, ¿cuáles serían los principales factores psicosociales de vulnerabilidad que podrían implicar un mayor riesgo para la salud mental de la población hispana en EEUU?

En primer lugar, el mero hecho de ser emigrante hispano en un país anglosajón implica dificultades de adaptación. En este sentido, si no se tiene capacidad de asimilación, el aislamiento social resultante puede llevar a la depresión. Por otro lado, la discriminación racial y la xenofobia pueden hacer la vida más difícil, requiriendo mucha confianza y seguridad en uno mismo para minimizar su impacto. No obstante, el riesgo principal es la soledad; si no lo creen, vayan a cualquier ciudad americana después de la 7 de la tarde, no verán a nadie. Claro que esto se está solucionando poco a poco, puesto que ahora, que ya hay 50 millones de hispanos en EEUU, comienzan a notarse ciertos cambios en la sociedad.

En los últimos años, se ha interesado especialmente por las creencias religiosas, tradicionales y supersticiosas (santería, curandería, etc.) de la población hispana en EEUU. A su juicio, ¿cuáles son las principales conclusiones?

A nivel filosófico, dichas creencias demostrarían la existencia de una necesidad casi universal del ser humano de crear una mitología que lo salve de los problemas cotidianos y escatológicos.

Desde la óptica de la Psicología forense, la necesidad de conocer las creencias religiosas de nuestros clientes viene determinada por su posible influencia en su comportamiento social y legal. Por ejemplo, ¿cómo influyen tales creencias en un caso en el que el hijo de un Palero Mayor (gran sacerdote de la Palería, secta ocultista Caribeña) mata a un cajero de un supermercado delante de docenas de testigos que lo conocen personalmente, siguiendo los dictámenes de su "espíritu" que lo hace invisible? Este y otros casos, los comentaré con mayor detalle el próximo mes de noviembre en Granada.

Tradiciones, como el deber de sangre y supersticiones como la muñequita vudú, pueden afectar decisivamente a la voluntariedad de ciertas actividades humanas de naturaleza criminal. Un peritaje psicológico adecuado puede ilustrar o incluso explicar la psicodinámica de un crimen cometido bajo esas influencias.

Tras su larga experiencia como psicólogo forense intercultural, ¿qué aspectos de carácter psicosocial influyen con mayor frecuencia en los delitos y crímenes en los que ha trabajado?

¿Considera que este colectivo presenta problemas de discriminación a nivel judicial? En ese caso, ¿cuáles serían los principales prejuicios a los que esta población puede enfrentarse en un juicio? ¿Y en el trabajo?

En relación a esta pregunta, me referiré únicamente al colectivo hispano en Norteamérica, no al español (no desearía enemigos gratuitamente). El hispano en EEUU suele ser un emigrante o un hijo de emigrantes, perteneciente, de momento, a una etnia minoritaria. La población mayoritaria lo percibe como un peligro para su cultura, a su propiedad y a su estilo de vida. El hispano es, con cierta frecuencia, un blanco fácil de sospechas, quejas y acusaciones.

El sistema judicial y, quizá con mayor frecuencia, los sectores policiales no son inmunes al factor racial. El hispano, incluso el ciudadano hispano, tiene mayor probabilidad de un encuentro desagradable con la policía o con una sentencia adversa en la Audiencia que el ciudadano anglosajón. Sin embargo, es cierto que esta situación ha mejorado inmensamente en mi casi medio siglo de residencia en EEUU. La explosión de pluralidad de etnias en este país, así como el avance en el nivel educativo, profesional y económico de la comunidad hispana en las últimas décadas está influyendo enorme y positivamente en la creciente integración del hispano en los diferentes sectores de la sociedad americana, incluyendo el laboral, político e incluso el judicial. Prueba del cambio es que, probablemente, este verano seremos testigos del nombramiento del primer miembro hispano de la Corte Suprema de los EEUU.